Tuesday, May 20, 2008

“Sin cambio, el arte no tiene impacto”: Eloy Tarcisio


Se reconoce como un antipintor, antiescultor y antimúsico, aunque en su trabajo dé cabida a todas estas disciplinas
MIGUEL ANGEL CEBALLOS
El Universal
Domingo 18 de mayo de 2008

Con más de 30 años de trayectoria, el artista visual Eloy Tarcisio (DF, 1955) tiene miedo de no ser entendido. Por eso investiga, explora, se cuestiona, experimenta y arriesga. Sus obsesiones son el arte y encontrar la forma de decir las cosas siempre de una manera diferente.
Eloy Tarcisio López Cortés es el menos convencional de los artistas mexicanos. Su trabajo transita del dibujo y la pintura a la obra de naturaleza material, así como de la obra de cualidades cósicas al arte acción o performance. Sus más recientes piezas, por ejemplo, son lienzos de gran formato en los que en lugar de óleo utilizó sandías, papayas y mangos, y los trazos no fueron realizados con brochas, sino con los cuerpos desnudos de dos mujeres. Es un antipintor, un antiescultor y hasta un antimúsico: se aleja de las reglas establecidas.
“No niego mi origen de pintor. Siempre he tratado de vincular la pintura a ese proceso de adaptación del lenguaje. Podría decirse que hago una especie de transformación de lo que quiero decir a través del proceso expresivo de los ajustes de la vida cotidiana”, señala en entrevista concedida en su casa de Coyoacán.
La obra de Tarcisio se ha ido construyendo con todas las formas de expresión que ha encontrado en su camino, con una mirada en el pasado y un vistazo al futuro siempre con la hipótesis que le planteó su maestro Carlos Cunte: “La pintura como medio de expresión ya no es”, luego entonces, se pregunta, ¿qué es?

A que todo cambia constantemente. Tenemos nuevos medios electrónicos de comunicación. Ahora está de moda el art street, el sticker, la plantilla, nuevos medios que son muy usados por diseñadores, adolescentes, jóvenes inquietos que pretenden decir lo que piensan, y esto modifica el espectro del arte, así como lo hizo el video, la foto digital, el celular.
El arte cambia porque pierde su capacidad de decir algo. Si yo veo una pintura figurativa tal vez al principio me cuestiona, pero con el tiempo se va deslavando de esa crítica, entonces el artista tiene que buscar una nueva forma de decir las cosas para que vuelvan a recuperar el impacto del mensaje. En ese proceso es en el que siempre me encuentro: buscar la forma de decir el mensaje deslavado de otra manera para volver a atrapar al espectador.


Sí me considero un investigador. Me interesa llegar a la gente que no va a museos y galerías, los que están en la calle. Mi reflexión es: ¿cómo puedo relacionar a ellos que no están interesados en el arte con los que producimos arte?

El arte siempre ha tenido algo de moda. La moda se liga mucho al comercio porque lo que se vende es lo que está de moda. La gente se influye a nivel del comercio a través de lo que ya está aceptado.
Desde mi punto de vista hay artistas que son creadores, que están en la punta de la investigación del arte y artistas que siguen esos hallazgos y los vuelven moda. El comercio ayuda a que eso suceda porque es lo que da para que vivan galerías y artistas, aunque no todos los artistas vivan en ese contexto. Pero aún hay otros que están más atrás, que son los que en el eco, después de 20 años, siguen haciendo surrealismo, cubismo, impresionismo y todos los ismos que se han dado en la historia del arte. La moda está en las ferias de arte, pero adelante de esa moda están los nuevos lenguajes, las nuevas formas y los encuentros con el espectador. Ahí estoy yo, investigando los nuevos encuentros con el público.


Para mí, el arte se divide en tres facetas: el que es historia y va a los museos, es decir, aquello que ya sucedió y el museo lo jala porque está comprobado; el arte que va a las galerías, que es el arte comercial, que se debe a sus compradores y siempre está preocupado por lo que ya vendió y quiere vender, y el arte abierto, que es el que siempre he promulgado desde que fundé Ex Teresa y el Festival de Performance, porque es el que está en la calle en busca de nuevas formas de decir las cosas y de nuevos planteamientos.
Las instituciones están apostando a aquello que ya está confirmado y no a lo que está en constante ejercicio de laboratorio. Veo cosas que ya son historia. No se están arriesgando.
El Laboratorio de Arte Alameda, por ejemplo, tiene un buen nombre que podría permitir que sucedieran muchas cosas nuevas, que la gente entrara a ver qué va a pasar en el futuro. Las vanguardias pensaban en el futuro. Los economistas ahorita están diseñando lo que va a ser la economía dentro de 10 años. Los artistas deberían de estar pensando en qué va a ser del arte en 10 años.


Muchos sí. Aquellos que están experimentando, pero no están considerados en la plataforma oficial de vitrinas de arte.

Lo veo abandonado. Por lo menos mi idea de Ex Teresa era que fuera el centro de arte más importante de México y de toda América. Lamentablemente le quitaron su patio, su presupuesto y por lo tanto las formas de poder hacerlo. Mi idea era que se relacionara con la iniciativa privada. En ese entonces, la gente que podía no estaba interesada en darle dinero al arte contemporáneo, pero ahora todo el mundo quiere dar recursos al arte contemporáneo, todos los museos están tratando de hacer cosas con arte contemporáneo y Ex Teresa, que debería ser la punta de eso, está muy rezagado, no tiene los medios para poder hacerlo. Hay empresas de la iniciativa privada que han desarrollado dentro de ese caudal cosas más importantes que el Ex Teresa. Dejaron ese espacio como un lugar de muestreo y hasta han expuesto pintura del jardín del arte prácticamente. Y lo paradójico es que a pesar de que fui el creador de ese lugar, no piden mi opinión.


En la exposición vamos a ver que los mangos, la sandía y la papaya no están puestos en el contexto del lienzo de una manera tradicional. Las modelos trabajaron en el lienzo a través de su cuerpo y estoy seguro que el resultado sorprenderá a los asistentes.

Esta exposición permanecerá hasta el 7 de junio en la Galería Casa de Luna (Ortega 23, esquina Carrillo Puerto, en Coyoacán).

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