Wednesday, July 2, 2008

Basel

Cuando nos acercamos a una feria comos Art Basel, es necesario tomar en cuenta una serie de circunstancias y situaciones que nos permitirán una mejor experiencia. Lejos de ser una exhibición en la que el arte puede ser contemplado y llevarnos a una reflexión profunda, una feria tiene por condición, el movimiento vertiginoso de personas, la venta de obras y la promoción de galerías a nivel mundial. Pasar un día en Art Basel o en cualquiera de las ferias de arte contemporáneo, es toparse con un universo nuevo que nos puede rebasar si no sabemos que esperar de él.


El despertador suena en punto de las 8:00 de la mañana, apenas asomarse por la ventana del hotel, se alcanza a percibir el horizonte. Los débiles rayos de sol, el viento y el frío reportados anticipadamente en los noticieros locales, invaden las calles sin piedad. Echar mano de lo que hay en la maleta, nadie se preparó para este frío inclemente. A orillas del Rhin, con una lluvia persistente, la ciudad de Basilea se convierte, sólo por unos días, en la capital mundial del arte contemporáneo.
Envueltos en improvisados abrigos, más bien con el aspecto de un home less, que de un especialista en arte, cada uno de los asistentes se aproxima ansioso por ser el primero. Profesionales del arte, galeristas, coleccionistas, compradores amateur, amantes de lo novedoso y curiosos en general, se aglutinan esperando a que las puertas del Messe Basel o Centro de convenciones se abran, van a dar las 10 de la mañana.

Como una procesión multitudinaria, que más bien nos recuerda una cruzada medieval, miles de personas, 60 000 para ser exactos, acuden durante 5 días, a ser parte de un fenómeno mundial: Art Basel la feria de arte que ha cobrado gran importancia últimamente pero que se lleva a cabo desde hace 39 años.

Los trenes y tranvías rebasan su cupo. Cada persona lleva una expectativa, poder alcanzar la entrada; sistemas de seguridad, revisión de bolsas, compra de boletos, reservaciones, todo pasa en el lobby. Al otro lado del sistema de control, cerca de 300 galerías, más de 2000 artistas y seis ferias alrededor de la ciudad, nos permitirán observar las tendencias y el futuro de los mercados en el mundo del arte:
Una vez dentro, nos topamos con el mundo de la imagen, el Arte Hoy. Fotografía, pintura, escultura y dibujo, se combinan con el video, el arte digital, las instalaciones y el performance. Al mismo tiempo, un menú de actividades: conferencias, debates, pláticas, exhibiciones especiales, cine, arte urbano, llenan la agenda de quien desee participar.
Un día entero dentro de Art Basel implica una cascada de emociones y sensaciones desde cualquier lugar en el que queramos colocarnos. Es fácil perderse entre los pasillos viendo pasar a miles de hombres impecablemente vestidos y sofisticadas mujeres que van y vienen con una carpeta en la mano desbordada de listas con nombres de galerías y artistas, números, precios, ofertas. Las tarjetas de presentación aparecen como si se tratara de un juego de naipes. Es evidente que cada uno de estos profesionales sabe perfectamente lo que tiene que hacer y a donde se dirige cada una de sus acciones. Una mirada de aprobación, implicará una venta que puede llegar a rebasar con facilidad los dos millones de euros.

Uno a uno se suceden los stands en los que se alojan las galerías. De una forma discreta, en una pequeña placa colocada en la parte superior, se pueden leer los nombres más influyentes en el negocio del arte: Marlboro, Gagosian, Landau, Mariane Goodman por sólo mencionar algunos.

Apenas asomarse, el espectador se topa maravillado con artistas del nivel de Vasili Kandinski, Joan Miro, Pablo Picasso, Renne Magritte, Mark Rothko, Francis Bacon. La diferencia entre admirarlos en un museo y verlos aquí, es que están a la venta. Normalmente los precios manejados por las galerías se encuentran en absoluto secreto. No es fácil enterarse de quién compra y cuánto cuesta una obra de esta envergadura. A la vuelta de un simple panel preconstruido, un carbón de Richard Serra desborda el espacio, Ad Reinhardt nos llena con sus melancólicos tonos, Andy Warholl ironiza en el tiempo, Joseph Beuys reinventa el uso de los materiales, Ed Ruscha juega con la palabra. Están ahí, alineados. Esperan las negociaciones. La masa compacta de espectadores vestidos de forma casual y con zapatos cómodos, comos si fueran una escultura de Duane Hanson, se amontonan en los pasillos y tímidamente se asoman en los stands. Surgen las expresiones encontradas, casi siempre las mismas ¿Esto es arte o tomadura de pelo? ¿Esto puede costar tanto? ¡Yo jamás colgaría una obra así en mi casa! Los profesionales los miran de reojo, saben perfectamente que no son clientes, sin embargo, siempre pueden existir las sorpresas. Hay que estar preparado para todo.

Conforme la travesía continúa, con más frecuencia las miradas empiezan a mostrar cansancio. Por casualidad se encuentran unas con otras, miran a la misma dirección afirmando o negando delante de alguna pieza. Hay que detenerse, hacer un alto en el camino. Es momento de pensar y asumir en dónde estamos. ¿Qué es una feria? ¿Por qué nos da la sensación más bien de ser arrollados y no espectadores atentos a la experiencia estética? Pero no, es imposible, la prioridad está en los ojos y en los pies, no en la contemplación: no hay tiempo para ella. James Dine, Lucien Freud, Mike Kelly, Gerhard Richter, George Baselitz. La presencia de artistas chinos llama la atención, obras de Yue Minjun, Zeng Fanzhi, Liu Xiadong, en pocos años han aumentado 13 veces su valor. Todavía falta más de la mitad del recorrido. Eso si no tomamos en cuenta que también hay que darse una vuelta por Art Unlimited, una plataforma para proyectos que trascienden los espacios de tradicionales y que incluye proyecciones de vídeo, instalaciones a gran escala, performances en vivo. Ahí podremos ver a Murakami, al grupo Yangjiang, a Thomas Hischhorn con una de las instalaciones más logradas de su trayectoria. La feria no podrá valorarse en su totalidad si no acudimos a Art Statements donde no dejarán de llamar la atención las obras de Taro Izumi, Armando Andrade Tudela, Dan Flavin y Julien Audebert, por solo mencionar algunos.
En “Art premier”, se puede ver una interesante muestra de 16 proyectos basados en el diálogo y la yuxtaposición con dos artistas normalmente de distintas generaciones. La obra de Ian Hamilton Finlay (de 83 años) se confrontan con las piezas del artista galés Cerith Wyn Evans, 40 años más joven, y el joven artista indio A. Balasubramaniam dialoga íntimamente con su compatriota Nasreen Mohamedi, muerto en 1990.
Desde luego, la derrama cultural que lanza Art Basel no queda dentro de sus muros. Cada día, invade el espacio urbano: "Art on Stage" (presenta el performance Drama Queens en el Teatro de la ciudad), "Art Films" con proyecciones de cintas hechas por o sobre artistas, o "Public Art Projects" con intervenciones particulares del medio urbano, como la de la artista alemana Isa Genzken con su rosa monumental, o el zigzag de Sol LeWitt creado a partir de seis bloques pintados que forman una pantalla de 12 metros de largo y 5 de alto ¿Cómo abarcar todo esto?

El tiempo limitadísimo para comer algo, hay que salir al patio central. El frío aumenta y no permite el descanso. Nadie está preparado para el descenso meteorológico, llueve. Apenas comer cualquier cosa. Es preciso volver al interior y continuar.
La escalera al segundo piso se multiplica al ritmo del cansancio. Frente a nosotros se abre un galerón sin fin, es un verdadero alucine. Las propuestas vanguardistas están aquí: A diferencia del primer piso, aquí circulan vendedores jóvenes y desenfadados. Su imagen coincide con el tono de las obras que muestran. Es tarde, llevan horas aquí y, sin embargo, ante la mirada cuestionadora del espectador se disponen a ofrecer una amplia explicación de quién es el artista, cuánto vale y por qué hay que adquirirlo. Las sumas son más normales aunque con dificultad nos topemos con una de menos de 40 o 50 000 euros: Cao Fei, Chu Yun, los hermanos Chapman, Gabriel Orozco.

Un poco de agua y tomar la energía suficiente para seguir. El stand de OMR con la obra del mexicano Lozano-Hemmer. Pamela, la encargada, con paciencia y claridad, platica del ciber artista como de un amigo, se nota está absolutamente involucrada con su trabajo.

Utilizando instalaciones interactivas -nos explica Pamela- Lozano-Hemmer investiga como el dominio electrónico contamina nuestra realidad cotidiana.
En un cruce entre la arquitectura y el performance, su obra ha sido aclamada por redefinir el significado de interactividad, utilizando perversas tecnologías de vigilancia para comprometer a los participantes de forma activa y critica, convirtiéndolos tanto en actores como espectadores.
100 000 euros, es una serie de seis piezas. Todas vendidas.

Son cerca de las de las 6 de la tarde, Art Basel se acerca al fin de un día. Ni un paso más. Detenerse un momento. Difícil encontrar un sitio para sentarse alrededor de los stands. Nadie finge, todos los asistentes están agotados. Lentamente, se dejan llevar por los que aún muestran un poco de energía. Los sentidos pesan, densa la vista y agotado el oído, el olfato percibe solo la humedad del exterior. El tacto, las manos se frotan una con otra sirve para que la memoria se despierte.

El arte hoy y siempre convoca a la creación de nuevos espacios, de un tiempo distinto, otro. Es el mundo de la materia creado. Es suma y muestra de todo lo posible en Demian Hirst; el peso de la memoria en Anselm Kieffer; la constatación de que somos algo más que pasado en Richard Long, ya sea en la violencia de los Hermanos Chapman, en el nihilismo de Christo, en la palabra de Joseph Kosuth y en el cuerpo de Marina Abramovich; en el sonido y el silencio de Bill Viola; en todo lo dicho por On Kawara y lo que queda por decirse en John Baldessary. El arte es el perdón y lo que jamás olvida de Michel Boltansky. La sustancia de la creación es el mundo mismo, los deshechos, cristales, llantas, ladrillos, madera y piedras, los fluidos del cuerpo, el dolor y la risa, la voz y un grito. El arte es el sujeto que se nombra en cada trozo de papel, en un cartón, un plástico o una pared. Es preguntar siempre, no buscar las respuestas necesariamente. Votar por el absurdo y en una imagen, contenerlo todo y dejar que se vuelva a escurrir en nuevas formas ominosas, en un espacio que siempre invoca.

Una feria de arte contiene esos posibles, acercamientos a un instante que, en su aparecer, cambia el ritmo del universo, creando un sí radical. Una feria es el contenedor de lo mejor del ser humano, de la creación ex nihilo en cada tela, en un video, en un espacio que se transforma.
Art Basel es la oportunidad de constatar que el arte contemporáneo no es sólo un negocio, es también la manifestación del logro humano, de la rebeldía ante el silencio y la indiferencia. Es la apuesta por la paz del mundo a través de la denuncia contra la guerra y la represión. Es el espacio en el que millones de dólares se invierten en algo que no es un aparato de guerra y dominio del más débil. No hay débiles, la voluntad humana que se levanta contra la abulia, se manifiesta y ocupa su espacio, crea su propio tiempo. Una feria como Basel nos recuerda que el arte es, más allá de frivolidad y esnobismo, esencia del ser humano. El arte contemporáneo dentro de una feria, es una necesidad mucho más inmediata, apenas construyendo y creando mundos alternativos que tal vez se instauran en el ámbito del horror y el asco, pero que no dejan de crear. Que pueden convivir en un mismo ámbito sin diferencia de ideologías, razas clases o credos. Todos los artistas pueden estar ahí.
Creer es crear, es lanzar un voto por el ser humano y su dignidad. El arte en una feria no deja de ser esto, y quien lo vende lo sabe, y hay que atreverse a decir, quien lo compra casi siempre lo intuye. Más allá de su valor económico, el arte de hoy, es una inversión de valores, de ideas y de esperanza, es poder sumar.

Art Basel es una suerte de Tierra Santa sin Dios, territorio en el que encuentra alojo el fin del arte en todas sus manifestaciones; cada ser humano, al entrar, deviene parte de esta gran épica: el encuentro con lo otro, con lo inexplicable y lo inaprensible, porque eso también es el arte hoy, y habrá que decir que el arte en todas las épocas: el recuerdo de que, en el objeto, en su materia y en au aparecer, es justamente donde no se la verdad última. Los trozos que aparecen, lo que vemos, permiten simulacros que recuerdan que lo definitivo y lo esencial, se escapan.

Son casi las siete de la noche. Apenas queda tiempo para llegar a las últimas galerías, paradójicamente son las que ofrecen una opción de arte fresco, renovador, propositivo, contundente, enunciado del futuro: las galerías Paragon y Cristea de Londres con Richard Hamilton, Al Kapoor, Julien Opie; Artelier de Alemania con John Baldessari, Richard Kippenberger; Poligrafía de Barcelona con Carlos Amorales, José Bedia y León Ferrari.


Una última vista. Ya sólo se ve lo imposible que es abarcar Art Basel. Las edecanes empiezan a encaminar al rebaño de visitantes hacia la salida. Los stands se limitan con cordones. Las negociaciones se han cerrado. Seguramente hay mucho dinero, hay expresiones de éxito mezcladas con rostros exhaustos pero satisfechos, se justifica seguir el circuito de ventas, ahora en los Hamptons, Shangai y lo que siga, más 20 ferias al año. Hoy por hoy, un evento como Art Basel nos brinda la oportunidad de hacer ventas mucho más eficaces, con públicos especialistas enfocados en el quehacer del arte. Es la posibilidad de colocar una pieza en el espacio perfecto para su lucimiento. Si está en una feria como Art Basel, definitivamente, es un artista al que habrá que apostarle.


Después de un día agotador, no hay que darse por vencido ya que la pasión por las ferias, dentro de la misma Basilea, continua: LISTE (The Young Art Fair) el espacio emergente para los artistas jóvenes. Tiene la costumbre de invitar a galerías que tienen menos de cinco años de antigüedad y artistas menores de 40 años es un espacio muy interesante y favorito del público.

VOLTA 4 Combina, en un espacio homogéneo y sumamente agradable, a artistas de prestigio mundial y emergentes. Cada año, un comité de selección analiza ciertos factores que en su conjunto, permitirán la congruencia. Al centro de la feria hay un bar con muebles de diseño en venta y muy buen vino, gratis.

SCOPE BASEL Continúa con la misma idea que maneja en Londres, Nueva York, Miami o la recién incorporada Madrid, 85 galerías de todo el mundo se dan cita ahí.

Con un proyecto enfocado al arte de vanguardia y un compromiso con las galerías emergentes BASELATINA HOT ART maneja un lenguaje artístico ligado a las últimas tendencias.

Definitivamente Basilea ofrece la posibilidad de instalarse unos días en ella, soportar el frío y acudir a las distintas ferias, perderse en ellas para conocer el panorama artístico internacional y las nuevas tendencias del arte. Nos permite apreciar la multiculturalidad en un mismo espacio que incluye denuncia política, libertad de género, derechos humanos, conciencia ecología, filosofía, ética y estética, todos conviven con un respeto y reconocimiento a la diferencia. Una feria nos deja constatar que el mundo, por un momento, puede volcar todo su esfuerzo, su energía y voluntad en valorar la creación del ser humano que, sin lugar a duda, es la que construye y significa al mundo.

Susana Crowley.

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