Monday, October 13, 2008

El arte de los sueños


El arte de los sueños

Estudiantes de El Bronx buscan su futuro en el mundo artístico

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José Angel Gonzalo | 2008-10-12

Especial para EDLP/Nueva York
— Hubo un día, puede que en un momento exacto, en el que una joven de origen puertoriqueño decidió ser artista, cantar y actuar. No sabemos cuándo, pero hubo otro instante en el que otro joven unió su vida irremediablemente a una cámara.

Hoy, tras años de estudio, de trabajo y, seguro, no pocos reveses, aquellos incautos muchachos disfrutan de una vocación que convirtieron en forma de vida.
Del mismo modo cada mañana más de 500 alumnos, de entre 14 y 18 años, se dirigen —algunos casi de forma espartana— a una escuela para formarse y poder alcanzar también sus sueños.
Lejos de la imagen estereotipada lanzada por Disney y su idílica “High School Musical”, la Escuela de Arte Contemporáneo sita en el barrio de El Bronx, es un hervidero de jóvenes promesas, ansiosos por demostrarse a sí mismos que su valía, mezcla de dotes innatas y esfuerzo, es la mejor garantía para su éxito. Su futuro se dibuja en el mundo de las artes.

Jóvenes de pelo hirsuto, y algunos de colores llamativos; piercings en órganos varios; adolescentes sin prejuicios. Todos con ganas de perseguir aquello en lo que creen.
Las motivaciones que les llevan a ingresar en esta clase de estudios son múltiples y diversas, pero todos ellos presentan una gran sensibilidad artística y capacidades para ello, desde dotes para la canción, el dibujo, la escritura o la danza.

Con un alumnado procedente en su mayoría de América Latina, sobre todo de México, Honduras, Puerto Rico, Colombia, Nicaragua y Jamaica, los profesores se enfrentan al reto de instruirlos en el mundo de las artes.

La mayor parte de los adolescentes son ya ciudadanos americanos, hijos de emigrantes, pero los hay también que acaban de llegar. Chicos y chicas que se enfrentan por primera vez en su vida a este país que les ha acogido, pero del aún desconocen un gran número de cosas, como el idioma.


Generación mediática. Actores, actrices, cantantes famosos y archiconocidos marcan sus vidas desde casi su nacimiento. Han crecido con ellos en la MTV, tienen forradas las paredes de sus cuartos con sus fotos, escuchan sus discos y ven sus películas. Indefectiblemente, ellos son los pasos a seguir. Pero, como nos corrobora Beatrice Alfaro, coordinadora de padres, con la madurez de los cursos, sus deseos se modifican.
Entrar en contacto con las instalaciones y los profesores; el uso de la tecnología y sus posibilidades a la hora de expresarse y crear nuevas formas artísticas, hace que muchos de los alumnos se replanteen su futuro y acaben especializándose en un campo que siquiera habían previsto.
¿Y cuándo empezó esta aventura? Hace ya seis años que abrió sus puertas a todos estos futuros artistas. Los comienzos, como todos los inicios, fueron duros. La llegada de un nuevo principal, el señor Francisco Sánchez en 2004, hizo que todo cambiara. Sala de baile, pequeños estudios rebosantes de focos y cámaras... Todo encaminado a una formación integral.

Pero, ¿pueden estos jóvenes, sentirse frustrados una vez al acabar sus estudios y no ver realizado sus sueños de convertirse en un nuevo Marc Anthony o una nueva Eva Mendes? La respuesta es rotunda: no. Ellos, con el apoyo pedagógico y la madurez que obtienen en la escuela, son conscientes de los problemas que existen en el camino.

La fama cuesta, como decía profesora de danza Lydia Grant en la ya mítica película, y ellos están dispuestos a sudar para ganársela, pero todos saben que tras estos primeros años de formación deberán continuar sus estudios en la universidad.
Que ésta que han iniciado es una carrera de largo recorrido, que no es fácil y que la recompensa más que convertirse en un nuevo icono de juventudes es poder desarrollarse plenamente como futuros profesionales de las artes, es, seguramente, la principal lección que deben aprender.
Así lo tiene asumido Kylie, estadounidense con ascendencia dominicana. Resuelta, espontánea y gran vitalidad, esta joven desea poder convertirse en una futura periodista. Para ella, lo más importante de su formación es dotarse de las herramientas necesarias para poder comprender lo que sucede a su alrededor y poder así contarlo.

Sin atajos a la fama. La filosofía que impregna este proyecto es la cercanía. Con todo el apoyo que reciben los chicos, el abandono de los estudios es prácticamente nulo.
Y si bien alguno puede caer en los señuelos de la conformidad y los atajos de un estrellato fácil, los profesores les hacen comprender que el trabajo es la única base segura para triunfar.
Pero claro que han existido intentos de recorrer el trayecto por caminos más livianos. Para evitar estos plausibles casos, la escuela ofrece encuentros con profesionales de las diferentes ramas impartidas, lo que permite a los jóvenes acercarse realmente a su futuro.
Pero no sólo de arte viven los muchachos. Son diversas y variadas las actividades extraescolares. El deporte, sobre todo, se erige como un pilar, no sólo dentro de la formación académica, sino como una forma de superación para ayudarles en su larga carrera de fondo.

Un futuro verde esperanza. Y los padres, ¿cómo ven que sus hijos hayan optado por una vía artística? Sin estadísticas al respecto, nos comentan que los progenitores en ningún caso tratan de desalentar los deseos de su prole. Como caso paradigmático Tina Pérez, de origen puertorriqueño, que busca matricular a su hijo en la escuela.
“Ésta puede ayudarle en su futuro; a ellos [los profesores] les importa mucho la educación de los estudiantes, pero siempre de una manera muy cercana”
¿Y cómo resume esta madre todo este sentimiento? Simplemente en una palabra: esperanza.
Por cierto, aquellos jóvenes que en el anonimato de su adolescencia un día decidieron cantar, actuar o realizar sus propias películas, no eran otros que Jennifer López y el premiado director de cine mexicano Guillermo del Toro.

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